viernes, 27 de diciembre de 2024

Documentos. Automatización.

Textos. Niveles de automatización

Sin ninguna pretensión de ser exhaustivo ni sistemático, he constatado en la práctica la existencia de diferentes niveles y enfoques en la automatización de textos que requieren (o hacen posible) diferenciar el enfoque de trabajo. La automatización de textos puede ser una tarea muy sencilla o de alta complejidad. En este último nivel, a día de hoy, no considero posible ir más allá de cierto grado de automatización, por lo que es mejor hablar de semi-automatización; pero posiblemente que tampoco sea deseable ir más allá.


Presento en esta entrada el estado actual de la cuestión, mi estado actual de la cuestión, y en las que siguen los diferentes planteamientos de abordaje de la tarea en función de esta tipología. Este epígrafe complementa el anterior de la sección Documentos. Aquel responde a cómo tratar el documento-soporte y éste a su contenido. 

Repito que no pretendo que esta propuesta pueda considerarse un planteamiento técnicamente ortodoxo ni que esté teóricamente fundamentado; tan sólo responde a lo que deriva de mi experiencia a la hora de enfrentarme a la resolución de estos procesos, la cual se limita a un campo profesional muy específico y se basa en un conocimiento técnico también limitado; en la parte positiva puedo decir que se basa en la práctica y en el abordaje de contextos reales de trabajo.

Desde esta perspectiva y con estas debilidades y fortalezas, diré que he constatado que la diferenciación de niveles que explico a continuación es necesaria, ya que responde a situaciones reales y su necesidad deriva de la propia especificidad de los planteamientos de trabajo.

Además, aunque no es independiente de los medios técnicos con los que se puede abordar, sí presenta cierto grado de autonomía respecto a ellos, por lo que se puede considerar una dimensión relevante del enfoque con que se puede abordar el problema. Lo que cada lenguaje aporta al respecto entra dentro del ámbito de la opcionalidad, pero también de la capacidad de cada uno de ellos para desarrollar los procedimientos, unos más funcionales que otros o con diferente nivel de simplicidad vs. complejidad. No es que esto sea irrelevante (que no lo es), pero no contradice el enfoque que planteo, que se centra en la tipología del texto y en los procedimientos de trabajo, que tampoco son únicos.

Pasando de los preámbulos a la concreción, insisto en que se pueden diferenciar diferentes tipos de planteamientos de la tarea de automatizar la creación de textos, que se pueden entender también como niveles de creciente dificultad o complejidad en el abordaje de dicha automatización. Por planteamientos estoy entendiendo los objetivos que se persiguen y con niveles el hecho de que estos se pueden ordenar en sentido creciente de dificultad y grado de automatización, subsumiendo el posterior al anterior, pero precisando también, en función de su mayor complejidad, formas de abordaje diferentes.

El nivel más básico correspondería a lo que llamo personalización y que se concreta como identificación del sujeto o sujetos destinatarios (por así decirlo) del mensaje. Es el más básico por ser suficiente con modificar datos como nombre o nombre y apellidos y normalmente también implica textos de extensión limitada y alta formalización. Un ejemplo podría ser el de las comunicaciones o convocatorias. Cierto que, aun en su simplicidad, presenta variaciones en el abordaje, siendo la generación masiva de textos una de ellas.

El segundo nivel estaría definido como de gramaticalización, que no es otra cosa que el ajuste de la redacción del documento a lo que gramaticalmente se entiende por concordancia de género y a veces también de número. A pesar de la continuidad que presenta con el anterior proceso, implica un salto cuantitativo y  cualitativo en la complejidad del procedimiento, como tendremos ocasión de ver.

El tercer nivel es mucho más complejo y presenta mayor diversidad interna, hasta el punto de resultar reduccionista considerarlo como un nivel único. Me refiero a los procesos que implican la opcionalidad o condicionalidad como factor determinante. Se trata de textos cuantitativa, pero sobre todo cualitativamente mucho más complejos que los anteriores. Además estos procedimiento condicionales no siempre resuelve satisfactoriamente el problema, lo que deja un amplio margen para alcanzar un nivel que podremos considerar mínimo-satisfactorio e incrementa en consecuencia la posibilidad de que la solución se reduzca a la semi-automatización.

Podemos entender que el nivel de logro que podemos alcanzar con la condicionalidad es consecuencia de las limitaciones del procedimiento; y en cierto modo y grado así es, pero debemos plantearnos si es conveniente automatizar absolutamente la composición de textos de alto nivel de complejidad técnica, y no sólo si es posible hacerlo. Tanto desde la perspectiva del coste como desde el planteamiento que deriva de la actuación del profesional, posiblemente la respuesta deba ser negativa: no es viable, necesario y conveniente prescindir de la intervención directa del profesional en la redacción final de documentos como los que implican estos procesos basados en la condicionalidad. De hecho no comparto que sea buena idea prescindir de la intervención personal y directa del profesional y aspirar a dejar esta tarea en manos del mejor algoritmo posible, si es que existe ese algoritmo, e incluso aunque exista.