Formatos de uso
Una ventaja que deriva de la diferenciación en dos secciones de la original mezcolanza entre evaluación e intervención (ahora Aprendizaje y Evaluación) es poder tratar en la primera (Aprendizaje) una cuestión que resultaba irrelevante en la formulación original del blog: los posibles usos que podemos hacer de los recursos disponibles, de los cuales se derivan lo que aquí llamo formatos de uso.
Dedicaré esta entrada a establecer de qué formatos hablo y en entradas sucesivas explicaré más en detalle en qué consiste cada uno de ellos. Es esta una cuestión previa al tratamiento de los ítem de evaluación, al constituir estos una concreción de uno de los usos posibles, motivo por el cual esta breve sección precederá a la dedicada al tratamiento de los ítem.
El primer formato tiene que ver con la forma más simple de plantear la interacción del alumno con el material: la presentación de información, visual y textual si se quiere, y también potencialmente dinámica (aunque puede ser fundamentalmente estática). Estas cuestiones son ahora secundarias, ya que lo que prima es que el objetivo del material es presentar información, material para el aprendizaje, al alumno.
Es posible que la forma predominante en que este formato se emplea coincida con la forma "tradicional" de entender el proceso E-A, pero no se debe confundir una cosa con la otra, ya que también es posible que sea el alumno (o el grupo de alumnos) el que cree el material. De nuevo lo que prima es el hecho de que el material es producido con una finalidad fundamentalmente informativo-instructiva, lo que condiciona el modo en que se plantea el uso del material, las formas de interacción del usuario con él y los contenidos del mismo.
Como herramienta básica (aunque no la única) tenemos el servicio o programa de presentación, que en su nombre "largo" se complementa con "de diapositivas", heredando con ello precisamente el nombre de una tecnología que en su momento resultó de mucha utilidad y de uso frecuente (menos del deseable, dirán algunos que aun conservan memoria de su utilización como recurso didáctico).
Cierto es los programas de presentación tienen más posibilidades de uso, como tendremos ocasión de comprobar, pero también lo es que este fue el primero y sigue siendo el más frecuente; añadiendo ahora dinamismos, diversidad de medios y posibilidades de interacción, pero manteniendo aun su mejor ajuste como herramienta a la creación de presentaciones.
El segundo formato es el de la demostración o simulación. Aquí también podemos emplear los programas de presentación, pero necesitamos recurrir a las posibilidades que ofrece de generar dinamismo que reproduzca o supla a las composiciones audiovisuales (tipo vídeo) y/o que permita incluir vídeo en su colección de medios posibles. La demostración y la simulación se realizaban en la época predigital mediante cine didáctico y posteriormente video educativo, suponiendo en su momento (y especialmente el segundo) un avance sobre los medios estáticos (transparencias, diapositivas...), precisamente por posibilitar la exposición de demostraciones y/o la simulación de procesos que resultaban (ambos, pero especialmente los segundos) poco viables sin estos nuevos y caros recursos (especialmente el cine didáctico). Tal era así que mediante transparencias y diapositivas se trataba de emular, con mejor intención que acierto, aquello que resultaba tan costoso de crear, aunque el vídeo vino a abrir una ventana de posibilidades que definitivamente resultó accesible cuando los ordenadores pasaron a disponer de recursos gráficos suficientemente potentes.
Un tercer formato es el que se puede definir como actividad. Si la demostración se exige dinamismo, la actividad requiere posibilidades de interacción, diferentes en función del tipo de ítem que se implemente. Este tema que se trata más adelante en esta misma sección, de forma detallada y específica.
En ambos casos nos podemos plantear el uso de los programas de creación de presentaciones (Impress en el caso de LibreOffice), pero mientras que la dinamización de los elementos es una tecnología plenamente desarrollada en este tipo de servicios, la interacción usuario-material no lo está tanto. Por suerte contamos con otros servicios que posiblemente no satisfagan criterios de funcionalidad en cuanto a dinamización, pero sí lo consiguen de forma muy satisfactoria en cuanto a posibilidades de interacción: me estoy refiriendo, por ejemplo, a Calc (también trataremos esta cuestión dentro de esta sección).
Finalmente, un cuarto formato podríamos identificarlo como juego. El juego reúne las exigencias de dinamismos e interacción de los dos formatos anteriores, por lo que es difícilmente asumible desde los servicios de una suite ofimática, por lo que, entre otras opciones, tenemos la posibilidad (y exigencia) de recurrir a lenguajes de programación que dispongan de utilidades específicas: PyGame de Python es una de estas opciones.
La librería Python-PyGame nos permite crear juegos bidimensionales, pero también podemos usarla para generar los diferentes formatos de los que hemos hablado en esta entrada. Digo esto por constituir por ello una alternativa al uso de los servicios LibreOffice, especialmente a Impress.
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