domingo, 8 de diciembre de 2024

Evaluación.

Tipos de pruebas. Implicaciones para su informatización.

Entre los diferentes criterios que podemos aplicar para diferenciar los diferentes tipos de pruebas que se emplean para la evaluación, el que interesa desde la perspectiva de este blog es que diferencia entre soportes para la aplicación y soportes para la evaluación. No es una distinción común dentro del campo, pero tampoco lo es el objetivo que aquí perseguimos: automatizar la aplicación de recursos para la evaluación y la intervención (1).


En el trabajo con los documentos, en cuanto a su automatización la diferencia principal radica en que el referente sea un documento en blanco o un documento-modelo. En la evaluación esta diferenciación se traslada al objetivo: crear un soporte para aplicar y utilizar directamente con el alumno (tipo 1) o crear un soporte que facilite la corrección y la evaluación de los resultados (tipo 2). Según la opción elegida, así el proceso a seguir.

El primero incluye al segundo, por lo que éste resulta de una delimitación del objetivo que nos planteamos con el soporte. La causa de esta delimitación (o simplificación, si se prefiere, porque lo es) es tanto de economía como de interés o planteamiento; pero también de limitación impuesta. Me explico.

Si somos capaces de crear pruebas (actividades, ejercicios...) con las que puede trabajar el niño, ¿por qué limitarnos a crear soportes que únicamente ayuden en la corrección y/o evaluación de los resultados?. Las respuestas son varias, y están en función de motivos y condicionamientos.
  • En el uso de test comercializados, la creación de un soporte para aplicar puede entrar en conflicto con los derechos de autor. Únicamente si la prueba está descatalogada y ya no se comercializa es posible utilizar los materiales para crear un soporte que pueda emplear directamente el alumno. Sin embargo, en este caso, desarrollar un instrumento que nos facilite la corrección y/o el análisis y la evaluación de los resultados no entra en contradicción con esa limitación.
  • El uso de un soporte informático no es necesariamente una solución mejor y preferible al uso de otro tipo de soportes y materiales: el uso de materiales manipulativos, la aplicación de las pruebas y ejercicios en papel, incluso la copia de los enunciados en la libreta pueden aportar mucho más al proceso de enseñanza-aprendizaje y a la evaluación que lo que aportan los recursos informatizados. En todo caso, parece conveniente combinar diferentes materiales, ya que la sustitución de lo analógico por lo digital no es necesariamente progreso, ni añade nada especialmente relevante al proceso educativo (2).
  • El coste en tiempo y esfuerzo que conlleva generar soportes informatizados no siempre se ve compensado por las supuestas o reales ventajas que puede implicar su uso; y lo que siempre falta al profesorado y a los orientadores es tiempo. Sin embargo, si ese material se va a emplear ampliamente y es de esperar que también a lo largo del tiempo, crear soportes para la recogida de datos y su evaluación sí puede implicar una ventaja añadida, reduciendo los tiempos y el esfuerzo que supone obtener datos definidos como relevantes por parte del propio profesional (docente u orientador).
El resultado de todo esto es que me centraré en la creación de docap pensados para la recopilación de datos, su análisis y la evaluación de los resultados. Los procedimientos implicados en este tipo de soportes se implementarán también en los docap de aplicación, los cuales se limitarán, en lo fundamental, a concretar propuestas de actividades simples de aprendizaje.

Con estas últimas pretendo modelar procedimientos de trabajo que implican el proceso e-a en su conjunto sin entrar en cuestiones que afectan más al diseño de instrucción que a la elaboración de instrumentos de intervención-evaluación. Me evito así el riesgo de entrar en terrenos cuya complejidad supera los objetivos de este blog (3).



NOTAS

(1) Incluyo el término intervención por dos motivos: el primero porque no existe una diferencia radical entre ejercicio o prueba de evaluación y ejercicio para el refuerzo del aprendizaje. El segundo porque no me limitaré en esta sección a trabajar exclusivamente con recursos pensados para la evaluación psicopedagógica. No entiendo la intervención del orientador reducida a la evaluación, sino como colaborador del profesorado en la intervención educativa.
(2) De hecho hoy en día parece claro que incluso puede suponer un retroceso y una limitación en lo que se refiere al desarrollo de ciertas habilidades.
(3) Esta omisión es en realidad un reconocimiento de la complejidad del diseño de instrucción, cuestión esta sujeta, además, a controversias en las que no pretende entrar. No al menos en esta sección del blog.